domingo, 30 de agosto de 2015

Rutinas tóxicas

DUELE vivir aislado y ser un extraño en tu propia casa.
DUELE apenas poder dormir en tu propia casa siendo una persona profundamente necesitada de afecto.
DUELE la sensación de ahogo que producen cuatro paredes que nunca llegarán a ser las tuyas.
DUELE el desgaste físico y mental que una persona puede sufrir en apenas 1 año y medio en el que todo cambia.
DUELE poner tu mejor cara, falseando emociones e intentando engañarte a ti mismo haciéndote el duro para que nadie se preocupe
DUELE dedicarte a ver pasar los días porque no tienes fuerzas para nada.
DUELE hacer como que "desapareces" para en realidad pasar horas contemplando las constelaciones que se forman en el gotelé de la pared.
DUELE tener que refugiarme aquí para decir lo que me viene acompañando desde hace meses.
DUELE darte cuenta que en realidad no eras tan fuerte como creías...

DUELE, sí.
Pero, ¿qué más da si nadie se esfuerza en ayudarte?

(...)

¿Qué se hace cuando lo único que necesitas es un abrazo de alguien?


Quiero recuperarme,
reconciliarme con la vida...


Y es entonces cuando te preguntas...
¿de qué sirve haber callado durante tanto tiempo?




1 comentario:

  1. Duele, duele quizás hasta el punto en el que los músculos se llegan a engarrotar, hasta en punto en el que ningún órgano vital de tu cuerpo es capaz de darte esa chispa de vida que necesitas... Claro que duele, pero lo peor es que es inevitable.
    Nunca nos paramos a ver que pasa a nuestro alrededor, a ver que siente esa persona que tantos minutos ha pasado a nuestro lado... Y cuando por fin nos decidimos a hacerlo, a querer saber más, entonces es demasiado tarde porque ya DUELE demasiado.
    No estás solo, nunca lo has estado. No soy capaz de darte soluciones a ese amontonamiento de ideas que tienes sobre ti y sobre tu vida, pero por muy mísera cosa que te puedas sentir, jamás ha sido así.
    Y por muchos desplomes que puedan haber en tu vida siempre serán acompañados.

    ResponderEliminar